domingo, 23 de noviembre de 2014

Del canal y la vieja esa...


(Tuve que salir de urgencia porque estos calores provocan un poco de enteritis acuosa profusa y me dieron unas pastillitas oscuras como de carbon dijo la enfermera; ya recuperado le sigo)
El grupito de chicos era de jugar hasta tarde en el terreno baldío a la vuelta de la esquina, y por el fondo del lugar pasaba un canal de desagüe, peligroso incluso para los adultos porque además de llevar siempre una cantidad considerable de aguas servidas, era de paredes altas, y sin ninguna protección. Ya se habían caído perros, caballos y hasta se había ahogado un adolescente un día de tormenta por descuido.
De todos modos describo el canal para indicar que el sitio no tenía escape sino por el frente, por la calle, y un tiempo hubo un puentecito de chapas y madera nomás, pero se lo llevó una correntada cierta vez. Este grupo de nenes estaba acostumbrado a juntarse de noche, después del día escolar, ni bien oscurecía y hasta bien tarde a veces, sobre todo los fines de semana en verano. Aquí sucedió lo que voy a contar y que según los vecinos fue tan real que hoy al baldío lo alambraron y tiene una parte tapiada para evitar que vuelva a ocurrir otra vez "eso"...
Habrán sido las diez de la noche ese día, era un viernes, cerca del carnaval, en febrero, y los chicos que pronto iban a empezar la escuela no querían saber nada, y pergeñaban una buena excusa para dilatar el comienzo tedioso; Dos hermanos planeaban enfermarse de algo conveniente, el gordo de la vuelta quería provocarse una lastimadura adrede creyendo que no iba a dolerle tanto y faltar y uno de "los buenos" mayor que los demás que ya entraba en quinto grado, los retaba diciendo que nadie les iba a creer nada, que lo mejor era acatar los mandatos y punto.
Así en medio de la charla, a los hermanos los viene a buscar una tía para irse a casa, y quedan el gordito, el mayor y dos más que eran vecinitos también. Se ponen a contar cosas de miedo, y uno de los chiquitines dice que le daba pánico escuchar esas historias porque a un tío suyo le contaron en su casa que se lo llevó "la vieja del agua" en ese mismo canal hacía años.
Los otros tres aprovecharon para burlarse del pequeño que comenzaba a llorar con las cosas que oía y los demás se morían de la risa con la angustia de éste. El chiquito cansado de ser espantado por los demás decide irse solito y es el que cuenta la historia de mejor manera después.
Todo esto pasó en Villa Angelina, al borde de un canal que bordea la vía por el lado de la Bernabé Aráoz, cerca del alambrado de la usina.
Cuenta que despues de irse, medio llorando todavía escucha un grito fuertísimo como de los tres chicos en el baldío, de terror el sonido, y corre a avisarle a un hombre que estaba en la otra esquina. El hombre acompaña al nene -en realidad esta tarde lo que hice sin decir nada fue ir al lugar de los hechos y hablar con "doña nené" la madre de Matías quien contara luego lo ocurrido, lo verifiqué.- y en el estado en que estaba, despues de haber tomado bastante hizo que demorara y Matías alcanzó a ver a los amiguitos aterrorizados sin todavía reaccionar del todo señalar espantados al canal y al mirar, ver una figura de color negro que parecía como si tuviera un paraguas roto encima, pero que parecía algo monstruoso llevarse arrastrando y chapoteando con ruido como a aleteos al pobre chico de diez años, ya sin vida aparentemente, o desmayado aguas abajo hasta perderse de vista hacia el sur.
Dando alaridos Matías y el borracho luego, alertan a medio barrio sin saber explicarse qué pasó, pero dando a entender que el niño cayó al canal y no pudo llevárselo el agua que no era tanta en ese momento, más de todos modos policía y bomberos rastrillaron todo tratando de dar con el niño desaparecido.
Se detuvo al hombre, un alcohólico que ni siquiera llegó a ver nada, y sin hacerle caso al niño creyendo que lo encubría a éste, le dieron una pateadura en la comisaría dicen y no lograron arrancarle algún dato siquiera. Cuando le creyeron algo a Matías era tarde ya, habían pasado tres valiosos días y aun buscando nada se halló.
Todo quedó en nada, como pasa muchas veces, hoy Matías es un hombre, de 22 años y vive en Temperley con su novia y sus dos nenes; La que cuenta es nené, la madre, y un revoloteo de chicos en medio del calor y la tierra, con algo a barro y miedo alarga queriendo contar que más de uno vio la aparición oscura, unos trepada en los enormes árboles que hay ahí cerca, y otros en el canal o en un basural al lado de la vía, en un enorme descampado; Hay un chango que dice vivir al lado del Canal Sur que dice que él también vio alguna vez esa cosa "robando cables" del tendido eléctrico seguramente, pero lo concreto es que nadie sabe aún hoy decir qué le pasó a ese chico y al tío de Matías, que aunque Nené diga que se ahogó de chico, a muchos les quedó la duda de la vieja esa.

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