domingo, 23 de noviembre de 2014

La noche del viaje al revés.


He contado un par de historias, reales para mí y sobre todo para quienes las vivieron. En este caso dos de ellas por mi viejo, y otras por personas muy cercanas de quienes nunca dudaría. Esta, sin embargo sí me sucedió personalmente y fue en el mismo lugar de donde ocurrieron gran parte de las otras. Tal vez sea algo raro, pero pasa.
A pocos días de iniciado el año 1990, tenía yo nueve años por entonces, y estando de vacaciones en Pellegrini, norte de Santiago, junto a mi familia en casa de mis abuelos paternos, cierta noche calurosa mi tío nos invita a dar un paseo desde El Mojón hasta Villa Nueva Esperanza, localidades situadas a unos doce kilómetros una de otra.
La onda es que el viaje era de ida desde la casa del mojón hacia la villa, por una ruta asfaltada, pero en medio de la nada, todo eso es monte aún hoy, monte bajo lleno de tunales y tuscas, de esos donde también hay algarrobos, quebrachos y otros del paisaje santiagueño, o sea, desolación. Y si bien la distancia no era larga el camino siempre fue duro, la ruta en mal estado y esquivar pozos demora cualquier urgencia.
Habiendo partido cerca de la medianoche, la cosa era llegar a nueva esperanza a cenar en unos amigos íbamos en un viejo ford falcon rojo junto a mi tío, mis dos primos, una prima y mi hermana, todos chicos salvo quien manejaba que por ese entonces tendría unos 39 años, único adulto y un tipo muy curtido, quien sirvió en tareas militares incluso, acostumbrado a vivir situaciones difíciles y parco de carácter, medido. Asi hasta esa mala noche en que quizás a mitad de camino, y viajando hacia el sur en busca del pueblo dicho y en medio de la oscuridad del campo, al falcon se le detiene la marcha... Repentinamente y con tanque cargado y sin haber recorrido gran distancia, comienza a bajar la velocidad y se detiene con sus luces prendidas. Pues bien, no era nada en apariencia, mi tío sin decir mucho baja, luego mira y sube para dar arranque nuevamente y seguir; Nosotros chicos lo tomamos como algo normal, y seguimos todos como veníamos, hablando y tonteando.
A poco de seguir la marcha, nuevamente, empiezan las fallas, y el vehículo vuelve a detenerse, esta vez con motor en marcha, pero "tosiendo" hasta que se apagó del todo, ya sin luces siquiera. Mi tío comenzó a ponerse nervioso, éramos todos chicos no podíamos empujar con suficiente fuerza, pero algo podíamos forzar, sin embargo él tomó una linterna y bajó decidido a revisar bajo el capó para ver la batería y otras partes y comprender de qué trataba la anomalía en un auto que nunca dio problemas.
Finalmente luego de un par de minutos logra darle arranque nuevamente y seguir viaje, siempre hacia la villa como inicialmente teníamos.
Sabrán adivinar que de nuevo, y en menos tiempo, el falcon vuelve a pararse, esta vez ya pareció definitiva, apagándose luces, motor, todo. El vehículo no respondía y nosotros alborotados comenzamos a reir, a molestar, tal vez emocionados de tener que vivir esa experiencia que nos parecía divertida en medio del monte, tirados todos ahí. Al que no le gustó nada la situación logicamente era a mi tío, que como nunca, le vimos tan nervioso que hasta llegó a enojarse y firmemente nos retó para nos quedásemos quietos, cosa rara en él, que solía tener un humor bueno a pesar de ser de pocas palabras. En ese momento no dijo mucho tampoco, pero estaba irritado imagínense la situación para él de tener el auto quieto y un grupo de mocosos jodiendo a los gritos encima...
Recuerdo esa noche que del lado de la villa hacia donde íbamos venía una tormenta de esas de verano, se veían relámpagos de ese lado, para poner más nervioso aún al tío que comenzaba a caminar de un lado a otro abajo del auto sin encontrar solución al asunto...
Lo siguiente que recuerdo y he ahí lo loco de la experiencia, es desde el momento del auto parado, no saber qué pasó y despertar luego ya, al otro día en casa de mi abuela, de mañana ya, aturdido sin saber porqué estaba ahí, y sin explicarme cómo de pronto yendo hacia un lugar opuesto aparecimos de donde salimos sin acordarme cuándo anduvo nuevamente el motor, -luego "me explicarían" (...) que nunca anduvo esa noche, y que fue un tractor el que nos remolcó de vuelta al sitio de partida... (!!!). Lo que sigue es alucinante, y es, recordar en sueños, como luego de parado el falcon, mi tío bajó del auto visiblemente alterado, nervioso, y divisar una luz blanca fuerte, tirando a lila, como la de los arcos eléctricos, en el cielo en la parte del costado al vehículo en dirección al Río Horcones, que se encuentra flanqueando el camino a unos dos kilómetros.
Siguiente a ello y siempre en pesadillas, todos, mi tío y nosotros los más chicos caminando en la ruta, pero sin perder de vista la luz de ese lado, que era lejana en el cielo, pero próxima sin embargo al monte, no muy alta.
...Mi tío nervioso yendo al encuentro de la luz POSADA YA sobre un costado de la ruta, a unos doscientos metros... Y oscuridad, vacíos.
Un tractor, efectivamente remolcándonos en la madrugada ya, varias horas luego de todo eso, en dirección A LA VILLA (!!!), y alguno de mis primos llorando mucho...
Y despertar finalmente en casa de mis abuelos con una sensación de confusión muy grande. Lógica.
En las pesadillas que se dieron, recuerdo el miedo, pero consciente, lúcido, he vuelto a pasar muchas veces por el lugar y nunca sentí temor. Me quedó sólo mucha curiosidad del momento aquel que recuerdo claro aun. ¿Qué sería? No lo sé, o tal vez no quiera saberlo mejor. Pero lo imagino...
En fin.

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