miércoles, 26 de noviembre de 2014

El loco y su Leila

Graffitis con poesía (El loco Ariel segunda parte)

He contado a grandes rasgos algo de la vida de este personaje que aunque luche por eso, nunca pasa desapercibido adonde sea que vaya. Él bromea que hasta "los del más allá lo conocen" haciendo mención a lo que viene a ser el nervio más sensible de su existencia; el hecho que lo marcó para siempre, y del que sin poder olvidarse aún, echando de menos, ha decidido superar y en su catársis derrama poesía.
Quién es uno para juzgar su arte; sus creaciones, su estética o la métrica que les imprime a esos retazos de versos propios, prestados, oídos al pasar de alguna canción o sencillamente dichos por otros. Todo lo que él aprecia bonito para Leila, lo pasa al pincel y a la pared.
Anda en bici, pero tiene su auto para cuando llueve o no tiene ganas de cargar peso. Del auto él suelta una de las anécdotas más extrañas, cuando le toca recordar a Leila, ese amor raro que le tocó vivir de jóven.
Volviendo de Salta una noche, en junio de 2001, grafica, lo pilla la bruma espesa, una cortina de niebla muy densa en la ruta 9 a la altura de la famosa "cuesta del 25", eran cerca de las once y no se veía un carajo, delante mío venía un ómnibus y delante de éste, al parecer, según deduce del recuerdo confuso de haberlo visto en el peaje, un camión largo, cargado...
Andando a una velocidad bastante prudente, y tras varios minutos de lenta procesión, paciente en la espera, a Ariel lo empieza a traicionar de a poco el sueño. Vuelve a él la imágen de las luces coloradas traseras del micro y la luz mortecina del interior de su auto, del panel; Explica que no sabe cuándo pero empieza a cabecear, apretaba las muelas en vano, la sensación de los ojos nublarse y fugarse hacia arriba sin quererlo; En eso, y tras años de terapia, habiéndose volcado al escepticismo y a la religión por tiempos, todo vuelve: Ve a esa mujer sentada a su lado. Iba tal como la recordara, con su vestimenta elegante, el saquito marrón, la falda, las botitas probablemente porque lo que menos le vio fueron los piés... Era ella, una vez más asombrosamente Leila como en vida, a su lado y él en la confusión lúcida del que sabe que sueña pero no puede con eso, y de pronto en esa realidad describe con no sé qué palabras exactamente Ariel, algo muy parecido a la felicidad. ¿Se acababa de matar acaso? ¿Y la sangre, y el humo, y el dolor quizás? ¿Qué era todo eso? 
Desprende de a migajas el tipo como vio en un instante equis las luces del ómnibus de adelante abrirse paso a la izquierda y en un juego de parpadeos alejarse de la formación de vehículos sobrepasando al camión con acoplado e invitándolo a él a sumarse a la velocidad. Ariel dibuja que por lógica y cansancio empuja el acelerador y parte tras el micro, decidido también. Y ahí ella. Leila tomándolo del brazo, ¡Tan real! ¡Negro! -me dice- ¡Era ella loquito, era ella! (La emoción se le ve hasta en las muelas, no puede ser más efusivo).
¿Y qué hablaron supuestamente? -Soy estúpidamente cortante, me sale el aguafiestas de adentro, no me contuve esa-
Sin hacerme caso al tono, conmovido me va a contar que le dice la mujer "No vengo a buscarte, vos todavía no vas a venir, tenés que vivir, vos me ayudaste y hoy yo puedo ayudarte a vos, porque hoy vos me buscaste a mi" o algo así, y se quedó mirándolo al Ariel que no entendía nada; Lo miraba fijo, como tal vez la primera tarde juntos, ¡Era real negrito..!
Y después la impresión más dura. ¡Leila, decime algo más, qué pasa! Nada, te dormiste, eso es todo. ¿Te acordás que nos veíamos en sueños? Bueno, esta vez vos viniste a mí, y yo te recibí encantada, sos mi gran amor, pero no es tu tiempo.
(...)
Ariel salió tras el ómnibus efectivamente. De hecho según pericias, el vehículo de pasajeros hizo una maniobra arriesgadísima en la que sólo había espacio apenas para caber entre dos vehículos y luego nada. De frente una camioneta con gallinas venía en bajada haciendo luces y al parecer le fallaban los frenos, había niebla, el asfalto húmedo, y un autito azul oscuro con un Ariel dormido o en trance o quien supiera, con una mujer aparentemente. Las marcas de las ruedas negras por las frenadas de la camioneta en vano muy cerca, los pedazos de chapa a lo largo de cuarenta metros, pedazos de luneta aquí, plumas por todos lados, algo de sangre, o mucha quizá...
(...)
Al costado de la cama, en el hospital Padilla, sus padres, un amigo, gente de la iglesia pidiendo un milagro para él, médicos con cara de cosas irremediables ya, y Ariel que se despierta casi gritando enyesado del cuello para abajo ¡Pero esperá no te vayas!
Según él, y sin ningún dolor, transcurrieron segundos nomás esos cinco días de sueño tras el accidente. Esos segundos escasos, mínimos, estuvo con ella sentada a su lado todavía en ese auto, en esa noche, diciéndole lo que menciona más arriba, eso y nada más. Ahí al despertar, todo ¿tan rápido? sí, rapidísimo, lloró. Porque se dio cuenta, efectivamente, la aparición de Leila a su lado era la prueba de algo que nunca asumió. Estaba muerta. Y él también unos segundos tal vez. Pero ese pedido de que viviera, de que no era su tiempo... Esa era la división, la rayita que enseñan en la primaria lejana que separa dos cifras obligándolas a renunciar a partes iguales para algún resultado indefinible. Aquí eran ellos dos, no había cociente, el resultado de dividir un número par menor que dos porque acaso si dos nunca sería del todo par, ella allá él aquí y así es el amor...
Desde ese día y ya convencido de la cercana distancia al dividendo, muerte de por medio, dos puntos, decidió tomar un papelito y escribirle llorando seguro, porque Ariel es de llorar a veces, a lo chico y con moco, "Yo te quiero mucho, pero te dejo ir en paz, andá tranquila, no sigas sufriendo". 
Para ella, por la gauchada de la vida, de la tibieza hace años, de su piel perfecta, le copió este poema...

Ella ha tomado mi tiempo
Me convence de que está bien
pero cuando se va, no estoy tan seguro
Siempre es igual
Ella está jugando su juego
y cuando se va siento la culpa
¿Por qué no dice que me necesita?
Sé que ella no es tan fuerte como parece

¿Por qué no la veo pedir ayuda?
¿Por qué no la siento pedir ayuda?
¿Por qué no la oigo pedir ayuda?

Vagué alrededor por las calles de esta ciudad
tratando de encontrarle el sentido a todo
La lluvia en mi rostro cubre el rastro
de todas las lágrimas que he tenido que derramar
¿Por qué debemos esconder las emociones?
¿Por qué nunca debemos derrumbarnos y llorar?

Lo único que necesito es pedir ayuda
Que alguien por favor oiga mi pedido de ayuda
Lo único que puedo hacer es pedir ayuda

No hay por qué sentir verguenza, liberar el dolor, pedir ayuda

Pedir ayuda es lo único que necesito
Lo único que necesito es un pedido de ayuda
Pedir ayuda es lo único que necesito
Lo único que necesito es un pedido de ayuda

¿Por qué debemos esconder las emociones?
¿Por qué nunca debemos derrumbarnos y llorar?
Lo único que necesito es pedir ayuda
Estaré ahí cuando pidas ayuda
¿Por qué no te oigo pedir ayuda?

Lo único que necesito es pedir ayuda
Que alguien por favor oiga mi pedido de ayuda
Lo único que puedo hacer es pedir ayuda

Lo único que necesito es pedir ayuda
Estaré ahí cuando pidas ayuda
¿Es tan difícil pedir ayuda?

(Pedir ayuda es lo único que necesito)
No hay por qué sentir verguenza, liberar el dolor, pedir ayuda
(Lo único que necesito es un pedido de ayuda)
Ven y libera el dolor
(Pedir ayuda es lo único que necesito)
Confía en mí
(Lo único que necesito es un pedido de ayuda)
Mi amor te hará libre.  

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