domingo, 23 de noviembre de 2014

El Cochuchal.


Gracias Fabricio, un amigo de la Florida, con el que tanto compartimos de niños y al que solía visitar seguido, y de su familia y vecinos de donde aprendí del lugar y sus hechos.
A pocos kilómetros al este de San Miguel de Tucumán, y saliendo de Alderetes, por una calle de tierra, -hoy es ciudad eso también- se encuentra uno con "el Cochuchal", un antiguo cementerio que hoy está próximo al predio del aeropuerto y a medio camino entre Florida y Cevil Pozo.
Por entonces, uno debía tomarse el "Florida" que salía de la terminal vieja, de la Benjamín Aráoz y luego de muchos minutos de viaje, en el campo ya, pasaba por este sitio que recibe a sus visitantes con un aspecto antiguo, solitario, en un paraje todavía apartado pero lleno de historias cómo estas...
Al chofer de uno de los coches, que una tarde venía con poco menos de medio colectivo de pasaje, le sube un kilómetro antes del citado lugar una criaturita que habrá tenido unos diez años, un varoncito, y lo raro es que iba todo "vestidito de misa" -o de trajecito blanco, de comunión- solo, sin nadie que lo acompañe y sacando boleto hasta Tres luces, parada cercana a la Florida; El chofer y los pasajeros, que mal que mal se conocen del lugar y los alrededores parecen no conocer al chiquito que calladito elige uno de los asientos del final para sentarse, haciendo notar este chofer tiempo después que el colectivo tenía sólo puerta adelante; Sin mayor cosa, el viaje continúa rumbo al este, en dirección al Ingenio Florida y la zona de Finca Mayo y demás, mientras iba cayendo la noche ya...
Al llegar a la proximidad de tres luces y habiendo olvidado un rato al chico el chofer jura ver bajar varias personas, nunca al changuito y seguir. Ya en la plaza de Florida, baja otro grupo grande de gente, la mayoría del lugar y andando unos metros más sube un par de señoras que venían a la ciudad aprovechando que desde ese punto el colectivo retomaba camino al centro.
Sin mayor atención el viaje sigue, y ya en la comuna de Delfín Gallo, lejos ya de Tres luces, habiendo atravesado toda la Florida el conductor se acuerda del nene de blanco y deteniendo el recorrido se para a llamar al chico, pensando en que pudo dormirse sentadito al último y por la hora. Pero nada.
Las señoras que subieran hacía ratito le decían que no iba nadie atrás, que viera bien. El hombre -hoy alcohólico- jura que lo que le pasó esa noche lo marcó para siempre y por eso su vida se volvió así.
El conductor decide seguir y mirando siempre hacia atrás, en una de los tramos ya de noche, y volviendo por el lado de Los Ralos, ve claramente con las luces internas del pasillo, el cuerpo del chiquito asomándose del asiento final, y frenando rápido pega el grito al mocoso por no haber bajado donde dijo. 
Las señoras mirando raro se dan vuelta y no ven a nadie atrás, pero visiblemente nerviosas se pasan lo más adelante posible porque el chofer le habló "a nadie". Llegando al empalme de cevil pozo con la ruta que entra a la Banda del Río Salí, el colectivo se para. Se rompe algo, se queda.
La ruta es transitada, pero igual el chofer hace bajar a sus pasajeras para que suban en el que venía detrás sin saber si seguiría o no viaje. Las señoras aprovechan para decirle que mire bien que no iba nadie más aparte de ellos, el conductor sube, y revisando todo sólo encuentra dice, unos "zapatitos blanquitos" atrás, por lo que decide no tocarlos, ya con un poco de miedo.
Al bajar les cuenta a las viejas como gracia, para meterles miedo que el chico que él vio era uno que se subió cerca del cementerio Cochuchal, lo que puso pálidas a las señoras que juntas dijeron "El angelito de carlitos" dejando inquieto al conductor los tres solos esperando al siguiente...
Las viejas hablarían de un chiquito que murió en esa zona el día de su comunión atropellado y que se le aparecía a los vehículos pidiendo "volver" a su casa y a veces hablando con ellos, contándoles de que su papá y su mamá lo extrañaban y desapareciendo luego...
El chofer no queriendo saber más llegado el siguiente colectivo les sube las mujeres y se queda a esperar el auxilio mecánico que venía del centro, nervioso por lo oído y sin querer subir de nuevo al bondi parado y con las luces encendidas.
Llegado el auxilio, con mecánico y otro chofer de acompañante remolcan el coche con la grúa y le piden al conductor subirse al colectivo y guiar el volante tras ellos encadenado al remolque, cosa que este hombre se niega y convenciendo al otro chofer de que lo haga en su lugar, el tipo se disculpa haciéndose el enfermo y tomándose un "ranchilleño" que lo lleve a su casa en Colombres, de donde era.
Al subir al otro colectivo rumbo a casa y tarde ya, le cuenta al otro colega la situación y éste con lágrimas en los ojos Y CON UN PAR DE ZAPATITOS BLANCOS COLGADOS DE UNA CINTA como recuerdo, le indica que es a su hijito de nueve años al que le sucedió algo así, cuando ellos vivían en aquel paraje de Tres luces... (!)
Este hombre al escuchar con lágrimas el testimonio del padre del chiquito al que él juraba haber tenido en su unidad rato antes, llega descompuesto a su casa, sin poder explicar nada, y dice encontrarse una hoja de cuaderno sobre una mesa en la galería de su casa que decía con letra de chico "Gracias por haberme ayudado a encontrar con mi papá hoy".
El tipo impactado por eso y habiendo vuelto a manejar después de un tiempo, promete haber escuchado esa historia de varios otros colegas, pero ninguna más después de la de él, y que en sus últimos años de chofer vio al chiquito al pasar por tres luces, sobre todo de noche, vestidito de misa y saludándolo contento para luego desaparecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario