domingo, 23 de noviembre de 2014

La casa de Los Granados.


Lo que les cuento es de primera mano, y es gente a la que conozco bien. Esto le sucedió entre otras cosas a una prima que vive en Córdoba, no doy nombre real pero más o menos pasó así.

"Agostina" vivió de chica, hasta hace unos diez años, en un casa de un barrio de la capital cordobesa, de esos barrios con casas todas iguales, en un lugar bastante alejado del centro, cercano a la fábrica militar de aviones. O sea, había campo cerca. La onda es que la casa en sí, -prefiero creer eso desde ya- era "rara". ¿Sintieron ustedes alguna vez una pesadez o algo parecido al entrar en determinado lugar? ¿La sensación de no ser muy bienvenidos? Bueno, era así. Es más, aún me acuerdo de cierto "olor" que tenía la vivienda, era raro, como denso, sin ser tampoco un olor feo, de todos modos, hacía el ambiente "cargado" de un modo muy particular. Ahora los hechos allí dentro que recuerdo de voz de mi familia y de Agostina...
Una noche ella despierta, y al prender su velador, se da con la sorpresa de que su cama, el acolchado, toda repleta estaba completamente tapada de hormigas negras. Llena. Asustadísima e impresionada como cualquiera ante eso, y sin saber por qué grita a mi tía y al hacerlo se apaga la luz del velador, cuando llegan los padres exaltados prenden la luz de la habitación y la ven toda en llanto a mi prima arrinconada contra la cabecera de la cama, ¡Pero sin rastro de ninguna hormiga! Lo dejan pasar.
Al tiempo, su novio, de visita una tarde se va al baño de la casa que quedaba dentro pero sobre uno de los costados me acuerdo. Al rato de estar se escucha un grito del tipo que aparece pálido en el living diciendo que vio una mano salir de un mueblecito con cajones que había en el baño, el tipo lo cerró como pudo con mano adentro y se piró para donde estaba la gente. No sé qué dirían de él después pero el susto le quedó grabado al vaguito.
Otra de las noches, -todavía me vuelve el perfume de esa casa- recuerdo estar durmiendo en la habitación donde las hormigas, cuando escuché voces en la cocina, sin darle mayor importancia, nunca fui de creer en esas cosas, para encontrarnos al otro día todos los que dormimos esa noche un gran revuelo de cosas en torno a la mesa de cocina, era como si hubiese entrado un ladrón pero no faltaba nada, incluso lo loco fue que lo único que alguien parecía haber tomado de ahí era un frasco de pimientos que encontramos por menos de la mitad, siendo que era nuevo casi. (A la entidad parecían gustarle las conservas parece), y logicamente nadie se hizo responsable por eso. Pudo ser en bromas pensé entonces, pero luego de más grande me llegó la confirmación de que era real lo que pasaba ahí.
Así, recuerdo que la casa era medio lúgubre, había un búho negro de madera en un reloj y cosas medio tenebrosas en la decoración, que eran como cualquier otra, pero no sé por qué en esa casa lucían así. Lo último que recuerdo de ahí es mi tío que afeitándose una mañana apareció lleno de sangre, chorreado desde la cara hacia abajo, pero ¡sin que jamás se hubiese cortado! Obviamente se lavó el enchastre pero la impresión le quedó por años a todos. Repito, en ciertas circunstancias esas cosas PASAN.

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